Proyectos sociales y participación comunitaria: La intervención social, un camino para el empoderamiento sostenible de las comunidades vulnerables
- octubre 20, 2020
- 5:00 pm
En Colombia, una inmensa proporción del territorio tiene problemáticas sociales y necesidades insatisfechas. En estas regiones, el apoyo del Estado y la empresa privada no solo son importantes, sino que es necesario para mejorar la calidad de vida de los habitantes. En ese sentido, los proyectos sociales que busquen el desarrollo económico, social y cultural de las comunidades cobran especial relevancia. Sin embargo, estos proyectos, cualesquiera sean sus fines, no pueden desconocer el rol principal de las personas que se benefician de ellos: los individuos y las comunidades. Estos últimos, son agentes en su propio proceso de transformación y su voz debe ser tenida en cuenta, nadie conoce mejor las condiciones del territorio que aquellos que lo pueblan.
IMPORTANCIA DE LOS PROYECTOS SOCIALES
Proyectos sociales y participación significa la creación de espacios de diálogo que permitan descubrir los intereses de cada uno de los actores y llegar a consensos de beneficio colectivo. De lo contrario, pueden presentarse conflictos a partir de los intereses encontrados, que como se ha visto en muchos casos, llevan al fracaso del proyecto. En este sentido, es de suma importancia recalcar que todo proyecto que pretenda impactar en las regiones de manera positiva deberá incluir en su planeación la comunicación eficaz entre la población y quienes harán la intervención.
Aquella condición aplica, sobre todo, cuando se trata de proyectos sociales. En estos casos, más que en cualquier otro, debe involucrarse a los habitantes para reconocer las necesidades y preocupaciones específicas y, de este modo, planear, diseñar y ejecutar estrategias de manera participativa e incluyente, que estén orientadas a la resolución de aquellos problemas; de tal manera que los participantes no se conviertan en simples cifras en reportes de bienes y servicios entregados sino que, por el contrario, el proyecto mismo sea un impulsor de las capacidades que tiene cada una de las personas.
Esta cercanía con la gente, además, genera relaciones de confianza, apropiación y redes de apoyo cuyo alcance sobrepasa la culminación de cualquier intervención. Precisamente, allí es donde se encuentra uno de los grandes retos del trabajo en el territorio: construir y reconstruir el tejido social que se ha desgastado como consecuencia de la precariedad de la vida. El tejido social fortalecido es la condición que posibilita el empoderamiento de las comunidades, es decir, la consciencia de que cualquier colectivo cuenta con los elementos necesarios para transformar sus condiciones de manera autónoma. De esta manera, se garantiza la sostenibilidad de los beneficios alcanzados mediante la intervención y se consigue solucionar de la manera más oportuna las problemáticas.
Es importante recalcar que un proyecto social persigue metas que trascienden los objetivos específicos de la actividad, metas que van más allá de cualquier indicador y que tienen qué ver con los principios éticos. Entre estos principios, que deben ser transversales a todo proyecto, se encuentra la solidaridad, el respeto por la dignidad, el reconocimiento del otro como un interlocutor válido, entre otros. Además de aquellos, la responsabilidad, justicia, diligencia, honestidad y compromiso son el sustento de cualquier estrategia exitosa.
Una forma de evaluar aquellos factores es mediante la percepción y satisfacción de la comunidad que se interviene y de los trabajadores de la empresa. La primera, otorga una noción del éxito o fracaso de las acciones implementadas, al igual que los impactos que han traído en la vida de cada integrante de la comunidad; los segundos, pueden dar testimonio de la integralidad de la gestión, que no desatiende las necesidades de sus colaboradores. Esto último es vital, porque un buen ambiente laboral, donde la comunicación sea la norma, facilita el trabajo y maximiza la eficacia.
En esa línea, desde nuestras propias disciplinas, admiramos y apoyamos las iniciativas de proyectos sociales que buscan transformar la realidad de los individuos desde sus propios saberes, lógicas y necesidades, porque a partir de estos esfuerzos, en un mediano-largo plazo, puede lograrse un cambio significativo en los niveles local, regional e incluso nacional. Vale la pena destacar que desde hace años organizaciones como Gestión y Acción, por cuenta propia o en alianza con organizaciones públicas, privadas y de la cooperación internacional, han sido clave en el acompañamiento a las comunidades para mejorar su calidad de vida y para lograr transformaciones en las dinámicas económicas, sociales y culturales que experimentaban.
Esto es evidencia de que un camino para alcanzar el progreso de las comunidades sería promover la creación de empresas que le apuesten a la ejecución de proyectos sociales y exigir al estado que les destine montos mayores: es una alternativa viable para el desarrollo del país. Alcanzar esto último llega a ser un reto para los países en vía de desarrollo como Colombia, por los obstáculos propios de esta condición como, por ejemplo, la corrupción; a pesar de ello, con los recursos disponibles y el esfuerzo de empresas privadas, públicas y el seguimiento de las comunidades, se han materializado proyectos con resultados innegablemente significativos.
EN RESUMEN
Un proyecto social bien diseñado, ejecutado y con un seguimiento pertinente, para alcanzar los objetivos previstos, debe contar con un equipo de trabajo capaz de reconocer las perspectivas de la población focal y trabajar de la mano con ella. Lo anterior, para dotar a las comunidades de las herramientas necesarias que les faciliten identificar y afrontar las situaciones problemáticas de su realidad sin la necesidad de la participación de agentes externos. Finalmente, la humanización de los procesos de la intervención es clave en ambas direcciones: tanto hacia el exterior, de cara a las personas que se pretende apoyar, como hacia el interior, con quienes trabajan para brindar ese apoyo.
Natalia Bayona Galeano - Juan Pablo Mayorga García
Natalia Bayona. Economía, Universidad Industrial de Santander.
Juan Pablo Mayorga. Filosofía, Universidad Industrial de Santander.