¿Porqué están bajando los indices de embarazo adolescente?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que, para 2014, 16 millones de mujeres de entre 16 y 19 años y un millón de niñas menores de 15 años dieron a luz cada año, la mayoría de ellas en países en vías de desarrollo. Pero las estadísticas pueden engañar porque cada país es diferente, así que los números generales pueden no dar la información exacta. Otra dificultad a la hora de hablar de estadísticas es el hecho de que los llamados países en vías de desarrollo son muy distintos entre sí y no todos tienen el mismo nivel de desarrollo entre sus comunidades. La cultura también desempeña un papel muy importante a la hora de hablar de estas cifras y a esto se puede sumar que dentro de los países desarrollados el nivel sociocultural también afecta las estadísticas.

Sin embargo, hay un dato contundente: desde 1990 se ha visto un declive en las tasas de nacimiento entre las niñas adolescentes y hoy día se reporta un registro histórico bajo en las tasas de embarazo adolescente en los Estados Unidos.

Con este panorama surge la pregunta de, si es verdad que las tasas de embarazo han bajado ¿es cierta esta información para el caso de Colombia? ¿Qué se puede hacer para que la tendencia sea a la disminución? Las respuestas no serán absolutas, pero serán una aproximación inicial para encontrar soluciones que ayuden a hacerse cargo del problema en Colombia.

La revista The Atlantic reporta que, en Estados Unidos, los adolescentes de esta nueva generación (nacidos desde 1995) están teniendo menos citas o relaciones de novios y, por consiguiente, menos sexo, con una disminución del 40% desde 1991 en jóvenes de noveno grado (14-15 años). Los adolescentes de la actualidad en ese país ahora tienen sexo por primera vez cuando están en undécimo grado, mientras que hace unos 20 a 25 años los adolescentes empezaban su vida sexual un año antes.

De acuerdo con el mismo artículo esta tendencia a la baja en el número de relaciones sexuales adolescentes y el consecuente bajo número de embarazos en la misma población puede deberse, entre otros muchos factores, al auge de los smartphones, que han apagado las ganas de interacción personal entre los jóvenes. Pero también se podría deber a una mejor educación que, en ocasiones, llega de parte de internet, y en otras, de profesores realmente interesados en la materia.

En Colombia existe el caso del profesor Luis Miguel Bermúdez, de la localidad de Suba, en Bogotá, para quien la educación sexual es una educación sobre la marcha que va más allá de enseñar sobre sexo: se trata de educar sobre la violencia de género, que para la Unicef está asociada con el embarazo adolescente; una violencia en su sentido más amplio: físico, simbólico, psicológico y económico.

Las violencias de género se dan en ambos sexos. Un niño a quien se le etiqueta como gay, a manera de ofensa, y quien se siente ofendido por ello, es un niño violentado.
De acuerdo con el profesor Bermúdez, ese niño puede estar pasando su adolescencia tratando de quitarse la etiqueta teniendo relaciones sexuales con cuanta mujer se le aparezca, lo que lleva a un embarazo adolescente. La conclusión es que la violencia de género y el hostigamiento por la orientación sexual no afecta únicamente a las mujeres y a la población LGBTI sino también a los niños y adolescentes varones que buscan aprobación y sienten presión grupal.

Las cifras, entonces, pueden ser engañosas. De acuerdo con El Espectador, en un artículo donde se entrevista al profesor Bermúdez, una de cada tres adolescentes en Colombia es madre antes de los 19 años. El Tiempo sitúa esta cifra en una de cada cinco, al igual que en Guatemala. Pero el diario El País de España, con base en cifras del informe Bogotá, cómo vamos, afirma que en los sectores más humildes de Colombia se registran 66,2 embarazos por cada 1000 habitantes en niñas entre los 15 y los 19 años de edad, una cifra que supera a Haití, el país más pobre de la región, en donde la tasa durante 2015 fue de 60,6. Además de todo esto, a finales de 2016, el Concejo de la ciudad reveló que entre el 2012 y el 2015 el número de casos de embarazos que se reportaron al sistema de alertas tempranas se incrementó en un 106%.

Si bien la tendencia mundial puede ser a la baja, parece ser que en países en vías de desarrollo las cifras son otras y solo la educación adecuada puede hacer que el problema disminuya y los adolescentes puedan asumir una sexualidad responsable.

Aunque en países como Guatemala la legitimización de la violencia sexual contra las mujeres hace que las cifras sigan en aumento entre las comunidades indígenas, lo que añade un componente cultural a todo el asunto.
Pero la cultura no está exenta de ser educada. Solo la educación ayudará a mejorar la prevención, y el enfoque que se le dé a esa educación es clave en la lucha contra el embarazo adolescente en nuestra comunidad.

Las cifras no dicen toda la verdad, pero tampoco son del todo engañosas; solo hay que tomarlas con un grano de sal y verlas en contexto. Próximamente intentaremos desglosar las estrategias educativas del profesor Bermúdez, quien logró reducir a cero el número de embarazos en el colegio donde trabaja, y cómo se han aplicado otras estrategias en casos exitosos.

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