El proceso de integración internacional

Las naciones obtienen beneficios mutuos a través de las relaciones internacionales, lo que les ha permitido mantener o incrementar su poder en el escenario global desde la aparición de los estados-nación. En sus primeras etapas, durante los siglos XVII y XVIII, estas relaciones fueron en su mayoría de carácter europeo y sus acuerdos eran orientados exclusivamente hacia el libre comercio. No obstante, con el transcurso del tiempo, eventos históricos como la Revolución Francesa y el proyecto napoleónico en Europa, modificaron las dinámicas de estas interacciones, transformando tanto la concepción de las relaciones internacionales como sus estructuras.

Las dos guerras mundiales representaron un cambio radical en el equilibrio de poder entre las naciones. Por ejemplo, Gran Bretaña dejó de ser el principal centro mundial de comercio y producción industrial, lo cual afectó sus relaciones comerciales con otras naciones. A esto se sumó, la repercusión que provocaron diversas crisis económicas globales de la época, como la Gran Depresión de 1929, y que llevó a los países a adoptar políticas proteccionistas, tales como el incremento de aranceles y la imposición de barreras comerciales. Sin embargo, pronto se evidenció que estas medidas no solo no favorecían una pronta recuperación económica, sino que, por el contrario, limitaban el progreso de los países, lo que llevó a la búsqueda de nuevas alternativas como los acuerdos bilaterales, la cooperación y, en última instancia, la integración internacional.

En los siglos XX y XXI, estos procesos de integración han sido clave para dinamizar la economía global, al facilitar la creación de bloques económicos más amplios, brindar mayores oportunidades de crecimiento y desarrollo a los países miembros, y permitirles integrarse de manera más efectiva al mercado global. Sin embargo, la naturaleza de los beneficios derivados de la integración varía según los acuerdos establecidos. En este sentido, es importante distinguir entre acuerdos bilaterales y la integración internacional. Según Solares (2010), mientras que los acuerdos bilaterales «se orientan a estimular y promover las relaciones económicas entre los países, reduciendo las barreras para el intercambio», la integración internacional «no solo busca la reducción, sino también la eliminación de estas barreras, con el objetivo de crear un mercado único». Además, la integración no se limita al ámbito económico, sino que también abarca dimensiones políticas y sociales, como ha sido el caso de la Unión Europea.

Los procesos de integración proporcionan a los países miembros diversas ventajas, tales como la intensificación de la competencia, el desarrollo de economías a mayor escala, la capacidad de realizar actividades económicas más complejas, el aumento de su poder de negociación y la mejora de sus políticas económicas internas. Además, estos procesos facilitan la circulación de personas y recursos entre los países miembros, favoreciendo la movilidad laboral y académica, la posibilidad de realizar transacciones comerciales (incluyendo la compra de bienes y la apertura de cuentas bancarias) como si se tratara de ciudadanos nacionales, así como el tránsito sin restricciones y el enriquecimiento cultural mediante el intercambio constante.

Además de representar una oportunidad para los países miembros de mejorar su crecimiento, desarrollo y posicionamiento a nivel global, estos procesos también contribuyen a elevar las condiciones de vida de sus ciudadanos. La competitividad y la productividad generadas por la integración pueden traducirse en mayores ingresos para la población, producto de nuevas oportunidades laborales y comerciales. Igualmente, los avances en infraestructura y servicios públicos, financiados por los recursos adicionales provenientes de la integración, contribuyen a una mejor calidad de vida.

No obstante, estos beneficios solo se concretan si los procesos de integración son efectivos. Es decir, no basta con establecer zonas de libre comercio; es necesario profundizar la integración en sus diversas dimensiones, tanto económicas como políticas y sociales, con el fin de generar mejoras sustanciales en las oportunidades y capacidades de los ciudadanos (Ahcar, Galofre & González, 2013).

En el caso de América Latina, aunque han existido intentos de integración, estos no han sido plenamente efectivos. En muchos casos, los procesos se han centrado exclusivamente en el ámbito económico, como ocurre con la ALBA, o han involucrado acuerdos entre países con diferencias significativas en su desarrollo, lo que ha favorecido a los más avanzados a costa de los más débiles, como sucedió con el ALCA. Además, algunos de estos procesos han sido impulsados por ideologías políticas particulares, que no han logrado el consenso necesario para una integración efectiva. De esta forma, aunque existen ejemplos de procesos de integración exitosos, como MERCOSUR, el Pacto Andino y la Alianza del Pacífico, estos no están exentos de dificultades. Sin embargo, representan modelos que pueden seguir mejorándose o servir como base para la creación de nuevos procesos de integración que realmente aprovechen las potencialidades de la cooperación regional y permitan un desarrollo económico más equilibrado y sostenido.

Sin lugar a dudas, Colombia ha sido parte de varios procesos de integración regional, como la Alianza del Pacífico y el Pacto Andino. En este sentido, se puede analizar cómo estos acuerdos han beneficiado al país en términos económicos y comerciales, y cómo han abordado las disparidades entre regiones, incluyendo Santander.  Esta región siendo un área con un potencial económico significativo, podría verse impactada por los procesos de integración mencionados. Se pueden identificar oportunidades y desafíos específicos que enfrenta Santander en el contexto de estos acuerdos, tales como la atracción de inversiones, el desarrollo de infraestructura y el acceso a mercados internacionales. 

La crítica a los procesos de integración que favorecen a los países más avanzados es relevante para Santander, dado que la región puede ser considerada como una de las más vulnerables si se tiene en cuenta que hay diferencias gigantes entre las áreas más desarrolladas alrededor de la capital del departamento en comparación con la mayor parte de los municipios ubicados en las distintas provincias quienes denotan grados de desarrollo humano y económico muy debajo de la media nacional. 

Por tal razón, Gestión y Acción en asocio con otras organizaciones públicas y privadas puede jugar un papel crucial en la promoción de una integración que priorice el desarrollo sostenible y equilibrado del territorio, en la búsqueda de oportunidades con redes de cooperación que enfrentan desafíos similares, para construir un modelo de integración más inclusivo que refleje las particularidades y necesidades de cada región.

Natalia Bayona Galeano

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